¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desesenclavar¡
¡Cantar del peblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz¡
¡Cantar de la tierra mía
que echa flores
al jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores¡
¡Oh, no eres tú mi cantar¡
¡No puedo cantar ni quiero
a ese jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar¡
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